La canela, esa especia aromática y cálida, ha sido valorada desde la antigüedad por sus propiedades culinarias y medicinales. Su historia se remonta a miles de años, cuando los antiguos egipcios la utilizaban en procesos de embalsamamiento y en rituales religiosos. Este tesoro del mundo natural era tan preciado que se consideraba más valioso que el oro.
Originaria de Sri Lanka, la canela se obtiene de la corteza de los árboles del género Cinnamomum. A medida que se expandió su uso, navegantes y comerciantes llevaron esta especia a Europa, donde se convirtió en un ingrediente esencial en la cocina medieval, añadiendo sabor a platos dulces y salados por igual.
Durante la Edad Media, la canela era un lujo reservado para la nobleza, y su demanda llevó a la creación de rutas comerciales que conectaban Oriente y Occidente. Su fragancia inconfundible se asocia con la calidez de los hogares y las festividades, especialmente en invierno, cuando se utiliza en tés, pasteles y especias calientes.
Hoy en día, la canela sigue siendo un ingrediente popular en todo el mundo, apreciada no solo por su sabor, sino también por sus posibles beneficios para la salud. Su rica historia y versatilidad la han establecido como una de las especias más queridas en la gastronomía global.