Los caramelos, esos dulces irresistibles que han deleitado a generaciones, tienen una historia que se remonta a la antigüedad. Sus orígenes se encuentran en las antiguas civilizaciones de Egipto y Mesopotamia, donde se elaboraban dulces a partir de miel y frutas. Con el tiempo, la técnica de hacer caramelos fue perfeccionándose y expandiéndose por el mundo.
Durante la Edad Media, los caramelos comenzaron a elaborarse con azúcar, un producto que se había vuelto más accesible gracias a las rutas comerciales. Los confiteros se convirtieron en artistas, creando deliciosas golosinas en una variedad de formas y sabores. En el siglo XVII, la popularidad de los caramelos creció en Europa, donde se empezaron a añadir sabores como menta, limón y canela.
Con la Revolución Industrial en el siglo XIX, la producción de caramelos se modernizó. Las fábricas comenzaron a producir en masa, lo que permitió que estos dulces llegaran a un público más amplio. Así nacieron clásicos como los caramelos de menta y las gomitas, que rápidamente se convirtieron en favoritos.
Hoy en día, los caramelos son una parte integral de celebraciones y festividades en todo el mundo. Desde el dulce aroma que emana de las tiendas de golosinas hasta los recuerdos de la infancia que evocan, los caramelos siguen siendo un símbolo de alegría y diversión, un pequeño placer que une a las personas en torno a su sabor dulce y colorido.