La menta, perteneciente al género Mentha, tiene una larga historia que se remonta a la antigüedad. Se ha utilizado desde hace miles de años tanto en la cocina como en la medicina. Los antiguos egipcios la empleaban en rituales de embalsamamiento y como un ingrediente en perfumes. En la antigua Grecia y Roma, la menta era valorada por sus propiedades aromáticas y se usaba para aromatizar alimentos y bebidas, así como para facilitar la digestión.
El nombre "menta" proviene del mito griego de Minthe, una ninfa que fue transformada en planta. A lo largo de la historia, la menta se ha cultivado en diversas regiones del mundo, adaptándose a diferentes climas y suelos. Hoy en día, existen varias especies de menta, siendo la menta piperita y la menta verde las más comunes.
En la Edad Media, la menta se utilizó en la medicina tradicional para tratar una variedad de afecciones, y su uso se fue expandiendo en la cocina, especialmente en la gastronomía mediterránea y en platos de Oriente Medio. En la actualidad, la menta sigue siendo un ingrediente popular en diversas gastronomías, así como en productos como chicles, aceites y tés, apreciada tanto por su sabor refrescante como por sus propiedades digestivas.